HILDEBRANT EN SUS 13
(...)
Colombia y Perú: qué triste comparación. Aquà la derecha más aturdida e ignorante, más arrogante y potencialmente criminal, arma un escándalo porque unos deudos entierran a sus muertos.
-¡Es que esos muertos era terroristas!- clama la prensa rupestre.
¿Como? ¿No es que vuestro Dios, que ordenó tantas muertes, no hace distingos de cadáveres? ¿No es que la paz de los sepulcros merece un poco de respeto?
Basta que salga "Correo", el diario al que Alan GarcÃa favoreció con una condonación cuantiosa de impuestos, con su alharaca de beata con armiño, para que los diarios de la concentración y las redes de la minusvalÃa intelectual lancen el grito de guerra: ¡Sendero nos ataca otra vez!.
(...) Si mañana dinamitamos el osario vertical que han erigido para enterrar a sus muertos, ¿a cuántos jóvenes queremos decirles que en la democracia no hay cabida para el disenso?.
(...) La derecha peruana es estùpida por herencia. En sus genes està la traiciòn del primer Riva Agüero, la sumisión rastrera al BolÃvar vivo y el odio ingrato al BolÃvar muerto, la muerte de la confedereación con Bolivia, el saqueo de Echenique, la fuga de Prado, la derrota de la guerra del salitre, la pérdida del trapecio amazónico, el militarismo picapedrero, la desigualdad como infortunio, la injusticia como ley de la naturaleza, la imposibilidad, en fin de construir un proyecto nacional. Es la derecha más oscurantista de Latinoamérica.
Y esa derecha, que "El Comercio" y sus satélites expresan con voz cada vez más aflautada, pretende decirnos qué debemos hacer y a qué iras falsas debemos sumarnos. (...)
Gráfica de Markus
"Y lo que nos parece que va contra los derechos de la humanidad contra los principios y respeto a los muertos es que se pretenda una persecución habiendo sido los compañeros asesinados creemos que el homenaje que es dado por sus propios compañeros o por otras personas merece el respeto de las autoridades porque el respeto a los muertos forma parte de las normas básicas de nuestra civilización si olvidamos los sustentos morales de los cuales esta construida la misma evidentemente estamos cerrando el camino al futuro."
Dr. Roberto PerdÃaEstudiantes de la Universidad de Santiago de Chile
Leonardo Casimiro, artista.
El mausoleo y el horno
Gabriela Wiener
El siniestro horno del SIE fue durante años una leyenda urbana. Se rumoreaba que Montesinos y sus secuaces mantenÃan ahà un centro clandestino de detención y aniquilamiento pero es recién hoy, más de dos décadas después de denunciadas las desapariciones de dos estudiantes y un profesor universitarios, que se ha efectuado la sentencia.
Sin embargo, mucha más atención ha generado la supuesta apologÃa del terrorismo que habrÃa detrás del homenaje que un grupo de familiares de presos de El Frontón ha hecho a sus muertos. Estos eran presos senderistas que estaban cumpliendo condena en una cárcel de máxima seguridad y, sin embargo, fueron asesinados extrajudicialmente por miembros de las Fuerzas Armadas. Estos dÃas no se están aprovechando, me temo, para reflexionar y debatir sobre los actos de terrorismo del Estado peruano durante el gobierno de GarcÃa –causante de los muertos del mausoleo– o de Fujimori –causante de los muertos del horno–. Tampoco para pensar en que mientras unos pueden, por lo menos, enterrar algunos restos, otros no podrán porque el Estado que debÃa representarnos en su momento se encargó de no dejarles ni eso. 800 grados centÃgrados se necesitan para quemar un cuerpo humano.
El siniestro horno del SIE fue durante años una leyenda urbana. Se rumoreaba que Montesinos y sus secuaces mantenÃan ahà un centro clandestino de detención y aniquilamiento pero es recién hoy, más de dos décadas después de denunciadas las desapariciones de dos estudiantes y un profesor universitarios, que se ha efectuado la sentencia.
Sin embargo, mucha más atención ha generado la supuesta apologÃa del terrorismo que habrÃa detrás del homenaje que un grupo de familiares de presos de El Frontón ha hecho a sus muertos. Estos eran presos senderistas que estaban cumpliendo condena en una cárcel de máxima seguridad y, sin embargo, fueron asesinados extrajudicialmente por miembros de las Fuerzas Armadas. Estos dÃas no se están aprovechando, me temo, para reflexionar y debatir sobre los actos de terrorismo del Estado peruano durante el gobierno de GarcÃa –causante de los muertos del mausoleo– o de Fujimori –causante de los muertos del horno–. Tampoco para pensar en que mientras unos pueden, por lo menos, enterrar algunos restos, otros no podrán porque el Estado que debÃa representarnos en su momento se encargó de no dejarles ni eso. 800 grados centÃgrados se necesitan para quemar un cuerpo humano.
Y esa era la potencia del bonito horno que compraron Hermosa, Montesinos y Fujimori para meter en él, ojo, a estudiantes y maestros inocentes –no es casual: Ayotzinapa, Tiananmén, Cantuta, el fascismo sabe dónde pega–. Pero se prefiere invertir el tiempo en pedir el derribo de la cripta de Comas y sacar a pasear al cuco de Sendero, ese otro muerto al que deberÃamos, también, poder enterrar.
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